El calendario marca que el festín pulpero, la gran temporada del manjar yucateco, está por comenzar.

Sin embargo, aunque la Carta Nacional pesquera señala al 1 de agosto como el inicio, hay indicios comerciales que podrían retrasar la preparación de los deliciosos platillos con octópodo fresco.

En este espacio hemos planteado que la temporada de captura del pulpo en Yucatán es la segunda más importante del Estado, porque activa a 12 mil pescadores del 1 de agosto al 15 de diciembre que dura la captura, el resto del año se encuentra en veda.

Es una pesquería sustentable, se realiza con alijos (balsas sin motor), con jimbas y plomos (palos de bambú que sostienen cordeles con plomos para amarrar la carnada y llegar a la profundidad, donde habita el pulpo) y a través del gareteo (el vaivén del alijo provocado por la marea y que engaña al pulpo al creer que la carnada está viva).

En Yucatán se capturan dos especies: el patón o pulpo vulgaris que se encuentra en altamar y el morado o pulpo maya que está en la zona ribereña.

El pulpo se alimenta de langostas y éstas de mero, es por ello que estas tres pesquerías se encuentran relacionadas y cohabitan en las costas yucatecas.

La economía que genera esta pesquería es lo que la hace tan importante, ya que es transversal, desde los proveedores de insumos pesqueros como hilos, cordeles, plomos, jimbas, hasta los comercializadores, exportadores, pasando por pescadores, proveedores de hielo, combustible, alimentos y productos básicos, para quienes se van en barco de 15 a 20 días.

Sólo por dimensionar, México es el tercer exportador mundial de pulpo y de Yucatán proviene la mayoría.

Visitar un puerto en Yucatán previo a la temporada es un reflejo de la viveza y alegría de la actividad pesquera. Hay ilusión, hay esperanza, hay comida, hay dinero que circula para salir a los primeros viajes y después, al regreso, es la felicidad de lo capturado o la desilusión de lo encontrado y lo mal pagado.

Cada año la temporada de pulpo enmarca una situación especial. Hace un año, el arranque del precio al pescado fue de 12 pesos el kilo en playa, derivado de los inventarios en las congeladoras, porque no vendieron lo esperado al exterior, ya que los ‘cacharon’ rehidratando al pulpo para que pese más.

Este año, la pandemia enmarca a la temporada, pero se suman a los altos inventarios, unas 7 mil toneladas, las bajas exportaciones de Europa y un precio de 35 pesos el kilo en planta congeladora.

Con este escenario, los industriales quisieron negociar con los pescadores ribereños: que la temporada se posponga hasta septiembre.

Sin embargo, la negativa fue rotunda, los pescadores ribereños, los que se van a la mar al amanecer y regresan a las 4 o 5 de la tarde, con la ilusión de cobrar sus capturas y llevar dinero a sus hogares, se negaron: si las normas marcan el 1 de agosto como inicio, pues se respeta.

La respuesta de los industriales fue que no habría adelantos económicos para hacer los viajes, no habría capital económico para empezar a salir, lo cual limitó a los barcos de mediana altura y a algunos ribereños.

El tema se aborda en la reunión del comité del pulpo de esta semana con todos los representantes de la actividad: líderes pesqueros, tanto ribereños como de mediana altura, funcionarios de los gobiernos estatal y federal, empresarios pesqueros, los que compran y los que exportan.

En la mesa está el panorama y algún acuerdo deberán tomar: arrancar o esperar.

Mientras tanto, hay una 7 mil toneladas de pulpo congelado para atender el mercado interno, ¿será que el pulpo a las brasas con producto fresco podrá esperar?

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