Desde que era niña, Mónica Dionne supo que su camino de vida era la actuación. No sabía cómo se llamaba esa actividad, pero sí que la creatividad que experimentaba en su habitación, en la que creaba programas de televisión donde era la productora y protagonista, era la sensación que quería experimentar en su vida.

Hoy cuenta con más de tres décadas de trayectoria, mismas que celebra con la obra La ternura, que protagoniza y presenta en el Nuevo Teatro Libanés.

 

DESDE LO LÚDICO

Desde chiquita, yo tenía un programa de televisión en mi cuarto que se llamaba Esper, que era la forma corta de decir ‘esperanza’. Tenía secciones, manualidades; era como Alegrías de mediodía, como estos programas. Hasta tenía canción. Para mí, los actores eran quién sabe quiénes. Como que nunca pensé que era algo que uno pudiera escoger, simplemente existían, pero no era una opción.

Luego, en la prepa, mi maestro de matemáticas era gente de teatro también y ahí conocí este mundo que intuía que existía y dije ‘¡eso quiero!’. Pero él mismo me dijo: ‘estás loca, te van a pervertir, es un mundo horrible’. Me bajoneó.

Así que me metí a estudiar artes visuales y ahí empecé a hacer teatro. Luego, ya me cambié a teatro. Estuve primero en la UNAM, luego en el Centro Universitario de Teatro (CUT) y luego llegué un minuto tarde al propedéutico, así que ‘chao’, y a las dos semanas entré al Núcleo de Estudios Teatrales (NET)”, relató Dionne en entrevista con Excélsior.

La hoy actriz profesional, nominada al Premio Ariel en el 2000 a la Mejor coactuación femenina por su trabajo en la película Sexo, pudor y lágrimas, reveló que no tenía familiares ni conexión alguna con el medio.

Lo más cercano era un tío abuelo que era escenógrafo y pintor surrealista, Agustín Lazo (1896-1971), de la época de Salvador Novo. Era lo más cercano que tenía del mundo actoral. No tenía más referencias. En la actuación lo que es muy delicado es que es tan subjetivo, que no tienes idea de si vas a funcionar o no. No tienes manera de verlo hacia afuera, si sirves para esto o no”, señaló.

 

EL IMPULSO

Fue tiempo después cuando descubrió que iba por el camino correcto. La obra Oleanna fue la clave, pero otros proyectos le dieron pauta.

Cuento la trayectoria desde antes de hace 30 años, con la obra Crímenes del corazón, que fue con la que nos graduamos del NET, en 1992. Serían 32 años, aunque fue en la telenovela Prisionera de amor, de 1994, donde hice un papel chiquito y luego hice otra, Buscando el paraíso. En esa época entré a estudiar al taller de Sergio Jiménez, con quien hice algunos videoteatros.

Iban a salir buenos proyectos, pero algo pasaba y se caían. Me enteré que estaba vetada (en Televisa), me lo dijo un asistente de producción. No había problema que hiciera personajes pequeños, pero para los más grandes, estaba vetada.

Antes de empezar a trabajar estuve en El Güiri Güiri, en Imevisión (con Andrés Bustamante), y antes en La caravana (con Víctor Trujillo), en un capítulo en el que sufrí mucho, porque era comedia con público y yo no tenía idea de lo que estaba haciendo. Pero luego en El Güiri Güiri era yo Pamela, la novia de El Brocha, que era un personaje que tenía los Güiri Raps. Por eso estaba vetada (en Televisa) para ciertos personajes, pero nadie te dice”, recordó Dionne.

Entonces llegó a su vida Prisionera de amor, producida por Pedro Damián y protagonizada por Maribel Guardia y Saúl Lisazo.

¡No me acuerdo del personaje ni qué hacía! Lo que sí es que Julieta Egurrola estaba en ese proyecto y les dijo que me invitaran a una reunión que tuvieron los actores, lo que me pareció súper lindo.

Del personaje que sí me acuerdo fue en Buscando el paraíso (del productor Luis de Llano Macedo) que era: ‘enfermera entra, prende luz, enfermera sale y apaga luz’”, dijo.

Sin embargo, el proyecto que considera como el que lanzó su carrera fue una obra de teatro.

Con el que empecé a existir como actriz, el que siento que me puso en el mapa, fue la obra de teatro que hice en 1994, Oleanna, ¡que acabo de volver a hacer ahora en el otro personaje! Fue como darle la vuelta a esa obra que fue importantísima, pues recibí premios y, aunque iban a ver a Enrique Singer, fue ahí donde me vio Antonio Serrano (director de Sexo, pudor y lágrimas). Fue con esa obra que arrancó mi carrera oficialmente.

Fue la primera cosa donde salieron críticas y hubo premios. Necesitaba esa aprobación externa para lograr la seguridad interna, porque, si no, estás como a ciegas. Eso fue lo que me dio la seguridad para decir ‘no sólo soy estudiante de actuación’, sino ‘soy actriz’”, afirmó.

Mónica Xóchitl Dionne Lazo nació el 7 de febrero de 1967 en Connecticut, cambió de televisora y fue parte de uno de los proyectos más emblemáticos de TV Azteca, Nada personal, en 1996, protagonizada por José Ángel Llamas, Demián Bichir y Ana Colchero, que abordó la corrupción política en México y rompió récords de audiencia.

Iba a tener un buen personaje en Imperio de cristal y es cuando me entero que estoy vetada y me retrasan las citas. Entonces, hago el casting para Nada personal y me quedo. Me fui a TV Azteca a hacer este proyecto que fue increíble, pues fue la primera vez que sintió la competencia Televisa e incluso Jacobo Zabludovsky cambió el horario de su noticiero, porque fue un fenómeno Nada personal y los hombres empezaron también a verla”, apuntó.

Mónica Dionne también trabajó en historias para televisión como La casa del naranjo, Tío Alberto, Lo que es el amor, Mirada de mujer: El regreso, La otra mitad del sol, Amor en custodia, Madre Luna, Secretos del alma, Nada personal, versión para 2017, y Si nos dejan.

Lo que me falta un poco es aprender a decir que no, encontrar el balance, pero, lo que pasa es que a uno le entra el antojo, pero hay que balancear y darle su lugar a las cosas personales”, concluyó la actriz que también ha hecho series como Siete vidas, Hasta que te conocí, Un día cualquiera, La querida del Centauro y Papás por encargo.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *