Un estudio revela los riesgos de que un solo individuo sea CEO de varias empresas a la vez.

Carlos Ghosn una vez dijo: “No le deseo esto a nadie”, cuando asumió simultáneamente los roles de director general de los grupos automotrices Renault y Nissan. Ser el líder de una empresa lo consume todo, entonces, ¿cómo han hecho algunos líderes lo insondable: asumir voluntariamente dos o más?

Un estudio trata de entender cómo los CEOs múltiples —definidos como aquellos que ocupan más de un puesto de director general a la vez— llegaron a serlo en primer lugar y cómo sus empresas lograron ganarse a los accionistas.

Investigadores de la Universidad TU Dortmund y HEC Lausana analizaron las trayectorias profesionales y las tácticas desplegadas por “CEOs famosos”: Elon Musk (Tesla y SpaceX), Jack Dorsey (Twitter y Square) y Steve Jobs (Apple y Pixar), junto con Ghosn. Su idea es que los accionistas deben estar atentos a posibles señales de alerta para protegerse de este tipo de acuerdos.

Los académicos descubrieron que suele haber un espacio de tiempo entre los nombramientos, lo que permitía a un director general establecer su competencia y legitimidad personal en su primer puesto de responsabilidad.

Entre las interpretaciones de los comportamientos de los CEOs, los autores añaden que los candidatos y sus Consejos de Administración a menudo reconocen que ese tipo de acuerdos son indeseables, incluso si no hay conflictos de interés.

La conclusión de los investigadores es que estos acuerdos “no deberían existir”, ya que las responsabilidades que recaen sobre un individuo en varias empresas superan por mucho las capacidades de cualquier persona.

Un argumento a favor de este tipo de estructuras es que los modelos de liderazgo distribuido son cada vez más frecuentes, ya que los Consejos de Administración buscan reducir el riesgo de las “personas clave” en la cúpula. A su vez, los directores generales desempeñan más un papel de figura decorativa en el mundo empresarial actual, en lugar de ser un gerente operativo que supervisa las minucias del negocio cotidiano.

Sin embargo, el CEO todavía afecta directamente la estrategia, el desempeño y la percepción pública y ese individuo es el principal motivador del personal. Los empleados quieren una persona a quien recurrir. Un visionario parcialmente ausente no es lo ideal.

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